Un pobre que se enamoró de una rica
Un día el conde Lucanor fue a hablar con Patronio, para que le aconsejara sobre un tema.
- Patronio, ya sabéis que yo tengo fe en lo que vos me aconsejáis y querría pedirle que me diera su consejo una vez más sobre un tema que me tiene desconcertado. Miré señor, querría preparar una fiesta de año nuevo como todos los años. Esta vez me gustaría invitar a todo el mundo que quisiese venir: gente sin recursos económicos, gente de otras religiones, gente con discapacidad, etc. Pero lo que me tiene desconcertado, es que al ser la primera vez que vaya a invitar a todo el mundo, los nobles y la gente de bien, que siempre han venido, vayan a criticarme por este acto.
- Señor conde Lucanor -dijo Patronio- me agrada que me sigáis pidiendo consejo, y con respecto a ese tema, os sugiero que escuchéis lo que le ocurrió a un pobre que se enamoró de una rica.
- El conce le dijo que le contará la historia.
- Señor, en la historia que os voy a contar, se narra lo que le sucedió a un joven llamado Juan que era pobre y el poco dinero que poseía era gracias a un puesto que tenía en un mercadillo. Un día por el mercadillo pasaba un joven chica llamada Isabel con dos guardias a su lado, ya que era la hija de una marquesa muy importante de ese pueblo. Él nada más verla se enamoró, pero claro la chica no se fijó en él. Una noche la chica estaba sentada en el suelo de un parque llorando porque la iban a casar con un marqués y ella no quería y justo en ese momento pasaba por allí Juan, que la vió y se acercó para ver que le pasaba. Isabel al ver que alguien se acercaba, le pidió que se fuera, que quería estar sola pero Juan no hizo caso y la dijo: "no me voy a ir viéndote así, ¿puedo hacer algo por ti?". Ella le miró y le dijo: "ya sé que pensarás que soy una chica que lo tiene todo por la familia a la que pertenezco y que no tendría motivo para llorar". Entonces él la dijo: "no, yo nunca pensaría eso, yo no sé cómo es su vida ni lo que la pasa, solo veo las apariencias y eso muchas veces no quiere decir nada". La chica se quedó mirándole y de repente Juan dijo: "si quiere puede desahogarse conmigo, yo no tengo nada que hacer, puede quedarme aquí y ya se que es más fácil desahogarse con alguien a quién no conoces. Ah, por cierto, yo soy Juan". Ella le dijo: "yo me llamo Isabel". A Isabel pareció caerle bien y como no quería ir a su casa, para no estar sola se quedó con él. Se siguieron viendo y al cabo de unas semanas, parecía que se lo pasaban muy bien juntos y que se gustaban. Entonces Isabel fue a palacio con Juan y les dijo a todos que no se quería casar con el marqués, sino con Juan. La Madre al ver la ropa vieja y sucia que llevaba y las pintas que tenía Juan se desmayó. Desde ese momento, a Juan e Isabel, les hacían la vida imposible y les criticaban porque no estaba bien visto que una marquesa estuviera con un pobre, pero a ellos esas críticas no les afectaban porque sabían que no estaban haciendo nada malo y que lo único que querían era estar juntos y quererse que era los importante para ellos.
- Señor, con esta historia os quiero decir que lo que vais a hacer no está mal, al contario, está muy bien porque todo el mundo tiene derecho a ir a la fiesta, y que no tengas miedo por lo que te puedan decir porque lo que vas a hacer no le hace mal a nadie.
- Al conde le gustó el consejo de Patronio y lo aplicó en su situación, y le fue muy bien.
Después de escuchar esta historia tan buena, lo mandó escribir en este libro, y creó estos versos que dicen así:
- Patronio, ya sabéis que yo tengo fe en lo que vos me aconsejáis y querría pedirle que me diera su consejo una vez más sobre un tema que me tiene desconcertado. Miré señor, querría preparar una fiesta de año nuevo como todos los años. Esta vez me gustaría invitar a todo el mundo que quisiese venir: gente sin recursos económicos, gente de otras religiones, gente con discapacidad, etc. Pero lo que me tiene desconcertado, es que al ser la primera vez que vaya a invitar a todo el mundo, los nobles y la gente de bien, que siempre han venido, vayan a criticarme por este acto.
- Señor conde Lucanor -dijo Patronio- me agrada que me sigáis pidiendo consejo, y con respecto a ese tema, os sugiero que escuchéis lo que le ocurrió a un pobre que se enamoró de una rica.
- El conce le dijo que le contará la historia.
- Señor, en la historia que os voy a contar, se narra lo que le sucedió a un joven llamado Juan que era pobre y el poco dinero que poseía era gracias a un puesto que tenía en un mercadillo. Un día por el mercadillo pasaba un joven chica llamada Isabel con dos guardias a su lado, ya que era la hija de una marquesa muy importante de ese pueblo. Él nada más verla se enamoró, pero claro la chica no se fijó en él. Una noche la chica estaba sentada en el suelo de un parque llorando porque la iban a casar con un marqués y ella no quería y justo en ese momento pasaba por allí Juan, que la vió y se acercó para ver que le pasaba. Isabel al ver que alguien se acercaba, le pidió que se fuera, que quería estar sola pero Juan no hizo caso y la dijo: "no me voy a ir viéndote así, ¿puedo hacer algo por ti?". Ella le miró y le dijo: "ya sé que pensarás que soy una chica que lo tiene todo por la familia a la que pertenezco y que no tendría motivo para llorar". Entonces él la dijo: "no, yo nunca pensaría eso, yo no sé cómo es su vida ni lo que la pasa, solo veo las apariencias y eso muchas veces no quiere decir nada". La chica se quedó mirándole y de repente Juan dijo: "si quiere puede desahogarse conmigo, yo no tengo nada que hacer, puede quedarme aquí y ya se que es más fácil desahogarse con alguien a quién no conoces. Ah, por cierto, yo soy Juan". Ella le dijo: "yo me llamo Isabel". A Isabel pareció caerle bien y como no quería ir a su casa, para no estar sola se quedó con él. Se siguieron viendo y al cabo de unas semanas, parecía que se lo pasaban muy bien juntos y que se gustaban. Entonces Isabel fue a palacio con Juan y les dijo a todos que no se quería casar con el marqués, sino con Juan. La Madre al ver la ropa vieja y sucia que llevaba y las pintas que tenía Juan se desmayó. Desde ese momento, a Juan e Isabel, les hacían la vida imposible y les criticaban porque no estaba bien visto que una marquesa estuviera con un pobre, pero a ellos esas críticas no les afectaban porque sabían que no estaban haciendo nada malo y que lo único que querían era estar juntos y quererse que era los importante para ellos.
- Señor, con esta historia os quiero decir que lo que vais a hacer no está mal, al contario, está muy bien porque todo el mundo tiene derecho a ir a la fiesta, y que no tengas miedo por lo que te puedan decir porque lo que vas a hacer no le hace mal a nadie.
- Al conde le gustó el consejo de Patronio y lo aplicó en su situación, y le fue muy bien.
Después de escuchar esta historia tan buena, lo mandó escribir en este libro, y creó estos versos que dicen así:
Por críticas de gentes,
mientras que no hagáis mal,
buscar vuestro provecho
y no os dejéis llevar.
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